Un prófugo condenado a cadena perpetua se refugia en una isla abandonada con fama de maldita. Se cuenta que fue ocupada por unos turistas durante una breve temporada, pero que todos murieron estando allí. Solo resisten los edificios que construyeron para alojarlos: una piscina, una capilla y un museo que en realidad es más bien un hotel, en donde él se instalará. Pero un grupo de personas aparece de pronto como surgidos de la nada. Atemorizado por ser descubierto, nuestro fugitivo se esconde en unos pantanos y se dedica a observarlos. Ve que sus ropas parecen algo pasadas de moda, apenas unas temporadas, y se enamora perdidamente de una de las visitantes, Faustine, quien suele frecuentar la compañía de un hombre llamado Morel. Para asombro del protagonista, aunque en más de una ocasión se ha expuesto sin querer a los nuevos habitantes de complejo, ninguno de ellos ha dado la más mínima muestra de advertir su presencia.
La invención de Morel es con toda seguridad el título más conocido de Adolfo Bioy Casares. Está escrito en primera persona a modo de memorias del protagonista huído de la justicia, cuyo nombre no llegamos a conocer. El texto juega con el lector al situarle ante una serie de sucesos inexplicables cuya verdera naturaleza se irá revelando poco a poco. La narración está perfectamente construida para asombrar en cada momento, de forma que compartimos las sensaciones del personaje principal a medida que va tomando conciencia de lo que ocurre. Desde el pánico, la estupefacción y la incomprensión de los primeros momentos a las reflexiones y prodigiosos descubrimientos que le llevarán a entender la esencia de los sucesos extraordinarios a que está asistiendo.
Es innegable que el sustrato de esta novela corta oscila entre lo fantástico y la ciencia-ficción. Más lo primero en los estadios iniciales de la misma, pero se resuelve a favor de lo segundo cuando por fin conocemos la realidad de los acontecimientos narrados. Como en los grandes textos de este género, el transfondo fantástico/ciencia-ficción permite al autor exponer nuestras contradicciones más excesivas. Eros/Tanatos, esa atracción tan nuestra por el amor y la muerte, se combinarán en este librito para culminar en unos actos de una crueldad extrema y refinada, que paradójicamente pretenden honrar al que se supone es uno de los más elevados sentimientos humanos. Jorge Luis Borges, gran amigo de Bioy Casares, dijo en el prólogo a este relato que no era una exageración afirmar que la trama se podía calificar de perfecta. Así me lo parece a mí también, a lo que añadiré que por su claro enfoque filosófico fue pionera en muchos de sus planteamientos. Y siento no poder explicarme con más detalle porque correría el peligro de destriparla, así que si no la habéis leído poneos a ello porque además de disfrutarla, solo supondrá un ratito.
Una reseña magnífica, y que no destripa la novela. Los fantasmas de Bioy Casares son los más extraordinarios de la literatura fantástica. Efectivamente, lo que empieza como fantasía pura, misterio, deriva hacia una explicación. Esta explicación podría molestar a algunos incondicionales de la fantasía pura, pero está tan bien trabada en la novela, y resulta tan innovadora, que no hay más remedio que quitarse el sombrero ante el talento de Bioy Casares. El libro está impregnado de una atmósfera mágica de soledad e irrealidad, casi onírica: ese hombre solo, la isla desnuda, el ruido de las olas batiendo la orilla, los amaneceres y crepúsculos, las construcciones abandonadas, las figuras extrañas y amenazantes. Solo por saber crear esa atmósfera magistral, el libro merece pasar a los anales de la literatura fantástica. Me atrevo a decir que ni tan siquiera Borges escribió algo tan inquietante y perfecto. Maravilloso.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
@abc: Esas escenas con dos soles o dos lunas son arte, no digo más
ResponderEliminar;)
Bioy tiene muchas novelas buenas, pero esta, que es la primera, es la más memorable. Te recomiendo también "El sueño de los héroes", que, a pesar de las diferencias ideolécticas, está muy, muy bien. Tiene un final que es una joyita.
ResponderEliminar@Lucas Despadas: Gracias por la pista, tomo buena nota. Me alegro de verte por aquí.
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