Con el tomo Los cautivos y otros relatos del Oeste se completa toda la producción breve de Elmore Leonard de ambientación western. No hay gran diferencia entre los quince que aparecen aquí y el resto, recogidos en El tren de las 3:10 a Yuma y otros relatos del Oeste, que ya apareció en este blog en agosto de 2018. Las tramas enfrentan al bien y el mal en sus formas más arquetípicas y maniqueas. Seguimos teniendo un sustrato histórico muy bien documentado para dotar de credibilidad a las historias: desde la Guerra de Secesión, que ya utilizaba en el otro tomo, a la Guerra hispano-estadounidense que es novedad en éste. Las localizaciones espacio-temporales tampoco sufren cambio alguno, lógicamente, pues si no, no serían relatos del Oeste. Pero lo que me parece más destacable es que los personajes que crea el autor norteamericano, aun adaptándose al modelo maniqueo que comentaba más arriba, se crean a partir de las experiencias terribles que han experimentado a lo largo de su vida en ese entorno tan despiadado.
En efecto, Leonard nos no ahorra ni un detalle a la hora de exponer la brutalidad con que los hombres blancos anglosajones que conquistaron el Oeste tratan a los mexicanos, a los nativos norteamericanos, a los negros. Así que esos forajidos chicanos y esos desalmados apaches que pueblan sus páginas tienen muy buenas razones para haber alcanzado esos niveles de odio a los blancos. Quienes por otra parte despliegan su moralidad en el rango completo que va desde el joven inocente y bondadoso, al psicópata desalmado que dotado de una ética perversa, es capaz de ejercer una justicia retorcida que sin embargo encaja en los valores generales.
Los cuentos son muy entretenidos y no puedo dejar de reconocer que excitan mi lado sadomasoquista. Esos héroes humillados que reciben buenas palizas de vaqueros engreídos. O esos vaqueros engreídos que reciben palizas de un héroe que ya no soporta más las humillaciones a que le han sometido. Por lo general todo en el mismo relato y con un giro final bastante simple, pero que resulta tremendamente satisfactorio. Aunque hay algunos ejemplos mucho más trabajados, por ejemplo 'Los únicos buenos', que usó como punto de partida para su novela corta Que viene Valdéz, y en el que los conflictos reflejan mucha más complejidad moral y le acercan claramente a su faceta de escritor de novela negra, por la que fue mucho más conocido.
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