Regan es una joven trabajadora que ha sufrido un envenenamiento por pintura radiactiva. Muchas de sus compañeras ya han muerto, y a ella no le falta mucho. Mientras llega ese día, se está encargando de enseñar a unas elefantas a hacer el que antes era su trabajo. Paquidermos desahuciados de circos y zoos, comprados por dos duros por la empresa que la ha condenado a muerte, y que son especialmente útiles en esta tarea porque resisten mucho mejor la radiación. Además los humanos se pueden comunicar con ellos mediante un lenguaje de signos cuyos rudimentos se conocen desde hace algún tiempo. Una de las elefantas se llama Topsy y es muy peligrosa. Ya ha matado a varias personas, domadores del circo o simples curiosos que la torturaban y maltrataban porque solo es un animal. Regan quiere dejar todo de dinero que pueda a su familia antes de morir, pero se siente traicionada por el mundo. Así que dar a Topsy el mismo tratamiento que ella ha recibido le parece una infamia injustificable.
Esta es la línea argumental de La única criatura enorme e inofensiva que se ha dado a conocer en casi todos los medios culturales y blogs de reseñas. Brooke Bolander parte de dos sucesos reales ocurridos a principios del S. XX para ficcionar una historia que denuncia unos hechos tan indignantes como tristes. Por un lado, el envenenamiento por radio de las trabajadoras de la U.S. Radium Corporation. Por otro la ejecución pública por electrocución de la elefanta Topsy, un animal que torturado en un zoo, se vengó matando un total de tres personas. Esta trama me ha resultado devastadora, no solo porque se haya inspirado en unos acontecimientos tan abyectos, sino porque tras pasar por la pluma de la escritora norteamericana, consiguen emocionar e indignar aún más. Pero esto no es todo lo que podemos leer en esta novela de poco más de cien páginas, hay más.
Tambien conoceremos a Kat, la empleada de una gran corporación con una tarea muy amarga: convencer a la gran matriarca de las elefantas para que se sacrifiquen en nombre de la humanidad. En esta subtrama, situada en un futuro indeterminado tras la historia de Regan y Topsy, los humanos proponen a las paquidermas pintar su piel con una pintura radiactiva para que quienes las vean sean conscientes del peligro que acecha en la montaña en que los animales viven. Por último y como tercera subtrama, conoceremos los orígenes de la leyenda de las elefantas como portadoras de la tradición oral de su especie. Estos dos hilos argumentales no me han resultado tan apasionantes como el expuesto en primer lugar. La historia de Kat no es nada compacta, hay demasiada indefinición para mi gusto. Como idea global solo me transmite que el ser humano es egoista sin remedio. Condenado por sus genes a repetir todas sus malas acciones una y otra vez, sin que le quede otra alternativa. Y respecto a la última, el mito de las elefantas está narrado en una prosa poética que a mi personalmente me ha resultado difícil de seguir. Desde luego no le quito el mérito de evocar una narrativa oral transmitida por otra especie, pero eso no la hace especialmente inteligible. En definitiva, no tengo claro si la historia de Regan y Topsy me sirve para salvar la impresión general del libro, o bien las otras dos consiguen tumbar el resultado. Como yo también soy de la opinión de que el ser humano no tiene remedio, le doy un aprobado raspado.
Un poco triste, veré si lo agarro en algún momento, como siempre muchas gracias por la reseña.
ResponderEliminar@Scabbers: La realidad supera a la ficción una vez más. Gracias a tí por pasarte y comentar.
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