Chuck, Chuck, Chuck. Te repites como el ajo, siempre empleando los mismos recursos para intentar escandalizar al lector cuando en realidad y a estas alturas, es lo que buscamos cuando nos ponemos con uno de tus libros. Si te aguantamos es porque tanta matanza y mutilación, tanta sodomización y pederastia no solo no nos molesta, sino que nos hace gracia. Algunas veces más que otras. Y ésta de hoy es de las que menos. Porque hay que ver qué grosero y que simplón te ha quedado Pigmeo. El argumento grosso modo viene a ser como sigue: una potencia comunista cuyo nombre no trasciende envía un grupo de agentes adolescentes a alguna ciudad estadounidense de tamaño medio localizada en un estado del cinturón de la biblia (¿Oklahoma? ¿Kansas?). Haciéndolos pasar por estudiantes en un programa de intercambio, su objetivo encubierto es la denominada Operación Estrago: la realización de un atentado terrorista que diezme a toda la población norteamericana y demuestre a los EEUU que el autodenominado "mundo libre" se ha cansado de sus políticas abusivas con los países del tercer mundo y de la imposición del modelo capitalista al resto del planeta. El protagonista, el agente número 67, autodenominado agente-yo, va desgranando su experiencia con la familia de acogida y la sociedad estadounidense en capítulos en forma de comunicados a la central.
La trama se apoya muy específicamente en el registro forzado del inglés que habla el agente número 67, que resulta comprensible pero no está adscrito a ninguna variedad estándar, lo cual invita a la coña contínua. Reconozco que tiene su mérito y al principio te hace sonreír, pero la 18ª vez que se hace referencia a las flores como "órganos sexuales seductores de seres vegetales" o al canto de los grillos como "chillidos de apareamiento" ya empiezas a notar cierta apatía. Luego está el factor crítica. Se pone en entredicho muy claramente el modelo capitalista, también más soterradamente a los totalitarismos de corte comunista. Esta diferencia es necesaria dado que es el propio agente número 67 quien debe cuestionar el modelo de organización social en que ha nacido y a cuyos intereses sirve. Sin embargo mi impresión es que Chuck Palahniuk no se ha atrevido a llegar hasta el final en su gran farsa antiamericana y anticomunista, algo que tampoco podemos reprocharle dado que desde el 11-S las bromas y/o sátiras sobre terrorismo internacional pueden causarte serios problemas con la ley o, en el mejor de los casos, el ostracismo social absoluto. Y es que después de exponer muchas vergüenzas sobre todos los modelos políticos, en los 2-3 últimos capítulos hay un giro sentimental/rosa bastante incoherente con el resto de la historia que le permite terminar la narración de mala manera, aunque dentro de la corrección política que le exime del escándalo.
Por resumir, más de lo mismo con este autor. Como viene siendo habitual siempre que leo una novela suya, me lo he pasado bien y apenas requiere esfuerzo intelectual, algo que a veces es muy recomendable. Se lee además en un santiamén gracias a la profusión de diálogos en casi todos los capítulos. Lástima ese cambio de orientación final. Tenéis más reseñas en Libros de Olethros, La tormenta en un vaso y Una plaga de espías.
Estamos muy en sintonía en cuanto a las sensaciones que nos ha generado la novela.
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