Cuando llegó a Córdoba (Argentina) a comenzar sus estudios universitarios, Camila Sosa Villada fue una noche a espiar a las travestis que se prostituían en el Parque Sarmiento. Bueno, no solo a espiar, sino también a prostituirse ella misma y a tratar de conocer a sus iguales. Porque Camila no era nueva en esto, de hecho había sido el maricón oficial de su pueblo, Mina Clavero. Peor incluso que maricón, porque además se vestía como una mujer sin serlo. Así que en la gran ciudad por fin podrá relacionarse con sus semejantes y crecer como persona, a pesar de todo el rechazo, marginación y violencia que las travestis se ven obligadas a sufrir.
Las malas es una novela de crecimiento algo fuera de lo habitual porque en esta ocasión somos testigos de la cruel entrada en el mundo de una mujer transexual. Palabra ésta, transexual, que si no me equivoco no aparece ni una sola vez en todo el libro, y que se sustituye principalmente por travesti y en ocasiones, maricón. Camila Sosa Villada tendrá sus motivos para que sea así, quizá podría ser que en los años en que trascurre la acción (principios de los 2000s por lo que se puede deducir), dicha palabra no era de uso habitual y sobre todo, tiene una connotación respetuosa que no es de esperar en el mundo de marginalidad y prostitución en que se mueven. De inspiración autobiográfica, la historia a que asistimos es devastadora. Siendo todavía un niño, la protagonista se tiene que enfrentar al odio de sus progenitories por ser amanerado y afeminado. No contentos con ello, su padre le augura la prostitución como única salida en la vida, algo que probablemente terminará llevándolo a una muerte violenta. Con tal grado de homofobia/transfobia en su hogar, no es de esperar menos por parte del resto de la sociedad
El texto alterna entre la experiencia de la autora en el entorno protector que logra encontrar con las travestis del Parque Sarmiento, y aventuras (casi todas desventuras en realidad) en las noches en que hace la calle. Como es de suponer, tanto ella como todas sus compañeras han sido despreciadas desde siempre por ser transexuales, así que su bagaje personal y emocional está totalmente destrozado y tienen pocas opciones, no ya de ser felices, sino de lograr algo de seguridad y estabilidad. Aun a pesar de sus propias desgracias, Sosa Villada es capaz de denunciar la crueldad con los animales como parte del marco de violencia que existe en la sociedad, así como el clasismo que percibe en travestis procedentes de la clase alta cordobesa, que se toman su realidad como un juego en el que participan a ratos protegidos por su status. Como particularidad algo destacable, hay ciertos elementos fantásticos que aproximan el texto al realismo mágico, normalizando personajes y hechos totalmente irreales en la narración.
No hay duda de que estamos ante una Bildungsroman donde la protagonista parece abocada al horror y el fracaso, pero igualmente se trata de un instrumento de denuncia contra la fobia al colectivo LGTBIQ+, y sin duda una herramienta terapéutica que permitió a su autora resistir el infierno al que se vio sometida. No voy a negar que hay algunos detalles menores en cuanto a fechas que no resisten un análisis riguroso, pero tampoco tienen mayor importancia y se pueden entender como licencias artísticas para conseguir un efecto más contundente en el discurso. En definitiva, se trata de una historia emotiva y terrible que nos trae la realidad de las transexuales sin ahorrarnos ni un detalle del repugnante trato que se les ha prestado históricamente.
Fue una buena lectura, tengo buen recuerdo del libro
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