Hacia finales del 1937 y en el marco de la segunda guerra sino-japonesa, el Imperio de Japón se había apoderado de Shanghai. Al ser un centro económico muy importante y con muchos intereses internacionales permaneció como zona neutral, aunque todas las partes implicadas mantuvieron un equilibrio muy precario. El pequeño Jim es hijo de una pareja británica muy bien situada y ha nacido allí. Protegido inconscientemente por su status social, se mueve como pez en el agua en esa ciudad tan peligrosa y excitante a la vez. Le apasionan la guerra y la aviación aunque de una manera infantil e inocente, lógicamente. Las demostraciones de valor, fuerza y arrojo de los soldados japoneses. La velocidad y las soprendentes posibilidades que los aviones ofrecen en una contienda. Inmediatamente después del ataque japonés a Pearl Harbor llega el golpe a las fuerzas navales británicas y estadounidenses fondeadas en el delta del río Yangtsé. Japón se hace con el control de la ciudad y recluirá a los extranjeros en campos de refugiados. El caos de la guerra separá a Jim de sus padres y con tan solo once años se encontrará abandonado a su suerte. La idea de reencontrarse con sus progenitores le guiará en la supervivencia, primero en la ciudad y posteriormente en varios campos de internamiento.
El Imperio del Sol es una novela basada en las experiencias de James G. Ballard en Shanghai durante la II Guerra Mundial. El autor británico no hace concesiones y nos trae un texto durísimo y despiadado. ¿Podría acaso describirse de otra forma el espanto que supone una guerra? Desde luego que no, así que por muy dolorosa que haya resultado la lectura, no me queda más remedio que rendirme ante el libro. Hambre, miedo, enfermedad, angustia, desesperación, horror, locura, muerte. Esos son los efectos de la guerra, una de las actividades más propias de nuestra especie.
Una de las maravillas de esta narración es presentarnos la supervivencia como un acto mecánico que no tiene nada de glorioso. Existe una épica asociada a la conservación de la vida en las circunstancias más extremas que a mí personalmente me resulta repugnante. Sin embargo Ballard reduce a solo dos las maneras de mantenerse vivo, y lo hace de manera fría y aséptica. Por un lado la compasión, que es en la que se suelen centrar las historias que insisten en mostrar la grandeza del ser humano. Actos de nobleza y sacrificio para ayudar a quien más lo necesita pero que por desgracia en gran parte de los casos conducen a la muerte de quien los lleva a cabo. Y por otro, la crueldad y el abuso de los más débiles. Jim se verá expuesto a unos y otros y se verá rodeado de personajes con una moral ambigua que oscilan entre lo primero y lo segundo
A nivel estilístico y aunque se trate de una novela realista, resulta fácil detectar las características habituales de la prosa de Ballard. Imágenes extrañas y desconcertantes descritas a través de una adjetivación muy cuidada. Una desafección y distanciamiento de los aspectos emocionales del relato con la que se consigue inquietar al lector, obligado a poner en contexto el horror a que se enfrenta el protagonista. Es más, no parece disparatado pensar que esas obsesiones por la desolación, el abandono y la soledad que inundan su obra de ciencia-ficción de los 1960s proceden de su experiencia en la II Guerra Mundial. No en vano, a nivel conceptual no hay mucha diferencia entre los personajes que transitan resorts turísticos desiertos en la Costa Brava o las islas Canarias y el Jim que deambula por mansiones con piscinas y bloques de apartamentos para europeos de las zonas más acomodadas de Shanghai. Todos están perdidos en un mundo que se desmorona, ya sea por razones difícilmente explicables desde la ciencia o por algo tan simple y la vez tan devastador como una guerra. Como no podía ser de otra forma, Ballard no defrauda ni en el fondo ni en la forma.
Un libro sensacional, probablemente el que más me ha gustado de todos los de Ballard que he leído (aunque, bueno, tiene muchas obras inolvidables, difícil elegir).
ResponderEliminar@Elena Rius: Tienes toda la razón a mí me ha sorprendido muchísimo y para bien. Este título lleva años esperando en casa para leerlo y nunca me decidía por ese transfondo autobiográfico. Pero es Ballard en estado puro, tanto por la prosa como por la crudeza de narrado. Por cierto que supongo que sabrás que en tres días sale a la venta el volumen 1 de los relatos de Ballard editados por Alianza Editorial, ¡por fin!
ResponderEliminar¡Qué buena noticia! Estaré atenta, gracias.
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