Antes de continuar con la reseña, abro un paréntesis para volver a reflexionar sobre la importancia de reconocer que todo libro y todo autor tiene su momento. Incluso admitir que ese momento podría ser nunca. Quería insistir en este tema porque está claro que hace doce años las novelas y cuentos de esta autora no me daban lo que yo buscaba y posiblemente, yo ni siquiera estaba preparado para reconocer su belleza. Porque lo que es evidente es que los temas, el estilo o el enfoque de los textos es ahora el mismo que hace una década. Y me asombra muchísimo que ahora me parezca tan fascinantes y entonces me resultaran insoportables. Esto me ha pasado en alguna otra ocasión con grandes títulos de la literatura, alguno de ellos reconocidos universalmente como obras maestras. Que yo recuerde El retrato de Dorian Gray y Memorias de Adriano, ahí es nada. En un primer acercamiento los dejé de leer al poco de empezarlos, pero más adelante lo volví a intentar y me parecieron excelentes. Pero en el caso de Le Guin parecía que le tuviera inquina, cuando ya he dicho varias veces que los temas que trata encajan a la perfección en mis gustos personales. Así que entono el mea culpa por no haber sabido reconocer que a principios de los 2010s no estaba en el momento vital para leer a esta autora. Menos mal que he sido capaz de probar suerte otra vez y así poder disfrutar de su obra.
Volviendo a libro que me ocupa hoy, ¿qué temas trata? Pues ni más ni menos que las preocupaciones sociales y antropológicas habituales de toda su producción, con un enfoque claramente feminista, y que abordan sin tapujos cuestiones de género e identidad sexual. Los universos, razas y culturas salidos de la pluma de Le Guin le permite cuestionar y criticar el marco tan rígido que existe en las relaciones íntimas en nuestro planeta. Esto lo logra por ejemplo confrontándonos a especies cuyos individuos tienen una sexualidad fluída que puede manifestarse en un rol masculino o femenino durante los periodos fértiles; o bien mostrándonos culturas cuyos modelos de relaciones amorosas, afectivas y sexuales son mucho más flexibles y polimorfas que la pareja heterosexual que tanto ha pervivido en la cultura occidental; o haciéndonos ver la infamia del patriarcado a través de un planeta en donde rige un matriarcado abusivo que cosifica a los hombres. A pesar de la originalidad de sus planteamientos, en general todos los enfoques son muy antropocentristas. Queramos que no, se trata de variaciones más o menos sorprendentes de realidades que en algunos casos incluso han podido existir en algunas culturas humanas, pero que han sido aniquiladas por la tradición judeocristiana. De todas formas sabiendo que su intención es exponer las vergüenzas de nuestra sociedad y también ofrecer puntos de vista alternativos mucho más abiertos, es comprensible que siempre hable de poliamor, se normalicen las relaciones bi/homosexuales, se acepte la temporalidad de las relaciones afectivas, se insista en separar deseo sexual y afectividad, proponga grupos de convivencia más allá del familiar, etc. Os dejo a continuación los títulos con alguna información adicional.
- Mayoría de edad en Karhide (Relato/Ekumen)
- La cuestión de Seggri (Relato/Ekumen/Premio James Tiptree Jr. 1995)
- Amor no escogido (Relato/Ekumen)
- Las costumbres de las montañas (Relato/Ekumen/Premios James Tiptree Jr. y Locus 1997)
- Soledad (Relato/Ekumen/Premio Nebula 1995)
- Música antigua y las mujeres esclavas (Novela corta/Ekumen)
- El cumpleaños del mundo (Relato/Premio Locus 2001)
- Paraísos perdidos (Novela corta)
A veces sucede lo contrario: que llegas al libro demasiado tarde. Me paso precisamente con El mago de Terramar de Le Guin. Me encanto cuando lo leí hace poco ya cuarentón pero no dejaba de pensar que me habría volado la cabeza de haberlo leído en mi adolescencia.
ResponderEliminar@Santi Pages: ¡Un caso típico de nostalgia de lo no vivido! Me solía pasar hace años cuando descubría un grupo de música en su cuarto álbum y al notar el entusiasmo que me producía, echaba de menos lo fascinante que hubiera sido conocerlos desde los inicios de su carrera. Como gran enemigo que soy de todos los tipos de nostalgia, dejé bien pronto de prestarle atención a esa sensación tan retorcida y absurda y a disfrutar sin más las cosas cuando llegan (o intentarlo al menos). Gracias por pasarte y comentar.
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