Propiedad privada se abre y se cierra con sendas novelas cortas. Entre ambas, tenemos diez relatos cortos que, al igual que las novelas, giran en torno al concepto de propiedad. De pertenencia. De cómo la posesión de objetos, bienes, o personas (en el sentido de tener vínculos) condiciona nuestro comportamiento. En un gran número de piezas es la vivienda la que articula los textos, lo cual no es de extrañar dado que se trata de una necesidad básica humana que nos proporciona refugio y seguridad. Los títulos de estas doce narraciones breves son:
- La araña de pie
- El falso plátano autógamo
- Terrorismo doméstico
- Cartas robadas
- Tipos de cambio
- Kilifi Creek
- Recuperación de una propiedad ejecutada
- El bálsamo labial
- Equidad negativa
- Alimañas
- Del paraíso a la perdición
- La realquilada
Yo soy un recién llegado a la obra de
Lionel Shriver pero me he rendido a su estilo. Incondicionalmente además, a pesar de que en ciertos momentos me gustaría que fuese un poco más sutil, porque sus historias se experimentan con la furia e indignación que provoca recibir un par de bofetadas. Su análisis de la sociedad y de las relaciones humanas está hecho con una precisión milimétrica. No hay gesto, actitud, ni reflexión que se escape a su afilada pluma, que más bien parece un escalpelo viviseccionando a un individuo cualquiera. Porque esa es otra de sus grandezas, los protagonistas de sus narraciones son personajes de lo más normal. Hijos con asuntos pendientes con los padres. Parejas que se rompen. Jóvenes inexpertas pero arrogantes que se creen que se van a comer el mundo. Mujeres maduras que luchan por sobreponerse a la muerte del cónyuge. Profesionales de éxito deseosos de tener su propia vivienda. Treintañeros que se marchan (o no) de casa. Gente corriente y moliente que como no podía ser de otra forma, se caracteriza por un compendio de miserias, desplantes e impertinencias que podremos reconocer sin dificultad, ya sea como agentes activos o pasivos. A ver, también hay detalles de nobleza y de bondad en algunos casos, pero en la dosis justa para resaltar lo peor del resto de participantes.
Este volumen me ha parecido maravilloso, aunque en mi opinion
Shriver se desenvuelve mucho mejor en los formatos más largos. No es que los cuentos no sean buenos, pero saben a poco y para la complejidad de los temas que trata no tiene opción a profundizar todo lo que la ocasión merece. Se terminan demasiado deprisa. Sin embargo en las novelas cortas sí que puede explayarse más en la descripción de personajes y desarrollar los conflictos con el detalle que merecen. Que por supuesto resulta ser un compendio de momentos y actitudes amargas, dolorosas o tristes que me hacen disfrutar de lo lindo.
Estupenda reseña. Colección de cuentos para apuntar. Es interesante que los relatos giren alrededor de la idea de posesión, de tener, de que las cosas y las personas son una extensión de nosotros mismos porque tenemos derechos de propiedad sobre ellas. Esta de la propiedad es una idea capital de la sociedad burguesa y capitalista basada en el intercambio comercial de cosas y productos. El hombre, y la mujer, realizados, triunfantes, son los propietarios, los que se imponen en el mercado de objetos o sentimental (tan mezclados: compras algo para conquistar y poseer a alguien). La propiedad implica personalidad, conciencia del propio valer, que es valor cuantificable económicamente, un precio, y por esa razón la acumulación de cosas implica dotar de un sentido mercantil a la propia vida y a las vidas ajenas. Aparece el tío Gilito. Gran peligro de deshumanización. Y una forma de egoísmo, por supuesto, porque las cosas no son infinitas, incluso en la sociedad de la abundancia, su posesión se disputa, y en esta guerra por poseer siempre se manifiesta lo peor de las personas. La lucha por la vida: otra idea fuerza y especialmente repugnante de la sociedad capitalista basada en la propiedad. Además, la obsesión de la posesión llevada al límite puede llevar a la despersonalización y a que el propietario se convierta en una cosa más entre otras cosas. En un fantoche. Peligros de la propiedad, que dota de identidad y de cierta personalidad al dueño, pero también lo puede convertir en esclavo de sus ansias de poseer y en una caricatura de sí mismo. Un arma de doble filo. Perdón por este rollo, pero es el pensamiento que me inspira la reseña. Lo verdaderamente importante es leer el libro y agradecer la reseña.
ResponderEliminarUn saludo.
Increíble, relatos que llegan, este m elo apunto. Muchas gracias por el escrito.
ResponderEliminar@abc: Estoy totalmente de acuerdo contigo, recordemos que la base misma del capitalismo es crear necesidades que no existen para obligarnos a consumir. El individuo se vuelve respetable en base a su función de productor/consumidor. De ahí que resulten patéticas las declaraciones de los desempledos que creen haber perdido su dignidad por el hecho de no tener trabajo. ¿Y qué decir de la cultura de usar y tirar, por ejemplo con la ropa? Prendas a precios ridículos que apenas aguantan una temporada y fabricadas por trabajadores en régimen de semiesclavitud. En fin la lista es tal larga que nuestro planeta ya no es bastante para soportar el crecimiento contínuo. Por mi salud mental me veo obligado a no pensar demasiado en ello. Y por no tienes nada por lo que disculparte, ¡todo lo contrario! Agradezco tus interesante comentarios que suelen tener más enjundia que mi reseña.
ResponderEliminar@Scabbers: Desde luego a mí me han encantado, aunque como ya he comentado en la reseña, la prosa de Shriver es muy afilada, agresiva a veces, así que la lectura se hace dura a veces. De todas formas por muy dura que sea, resulta reconfortante por su agudeza. Gracias a ti por pasarte y comentar.