Los relatos son breves, concisos y certeros. No hay adornos innecesarios en unas tramas que están ajustadas a la extensión mínima imprescindible para transmitir intranquilidad y desazón. He disfrutado mucho todos los cuentos, aunque tengo que reconocer que en algunos hay una especie de explicación en forma de aclaración final que arruina la conexión mágica que había logrado establecer con el lector, ya que en definitiva lo está tratanto como si fuera un poco bobo. Esta frase, porque es una única frase, solo una, sobra. Y no por capricho mío, sino porque Schweblin ha sabido conducir la narración hacia una conclusión incuestionable, y lo ha hecho con la destreza necesaria y suficiente como para que el cierre sea más que evidente. De todas formas no pasa en todos los relatos y tampoco tira por tierra una buena historia. Lo que de verdad es un problema es que el libro se termina en un pispás y te quedas con ganas de más. Os dejo a continuación los títulos de los cuentos.
- Irman
- Mujeres desesperadas
- En la estepa
- Pájaros en la boca
- Perdiendo velocidad
- Cabezas contra el asfalto
- Hacia la alegre civilización
- El cavador
- La furia de las pestes
- Sueño de revolución
- Matar a un perro
- La medida de las cosas
- La verdad acerca del futuro
- La pesada valija de Benavides
- Conservas
- Mi hermano Walter
- Papá Noel duerme en casa
- Bajo tierra
Lo que más me gusta de Schweblin es su capacidad de crear climas.
ResponderEliminar@Dr. Fabián: Totalmente de acuerdo, esa es otra de sus virtudes. Y además lo consigue con muy pocas frases, como si fuera lo más sencillo del mundo. Gracias por pasarte por aquí.
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