Siendo fieles a la verdad, resulta difícil denominar ensayo a este opúsculo de apenas cien páginas de extensión. H. P. Lovecraft es un elogio al autor de Providence escrito por un fan para goce y regocijo personal y del resto de sus fans. Según nos indica el propio Michel Houllebecq en sus páginas, tenía poco más de 32 años cuando empezó a redactarlo. Se trata por tanto de una obra primeriza en la que prima el entusiasmo sobre el rigor. Que no es que no lo tenga, ojo. Como gran seguidor de Lovecraft, todas las opiniones vertidas en el libro están basadas en el conocimiento que el autor francés tiene de su obra, además de fuentes fidedignas convenientemente recopiladas en la bibliografía (biografías, cartas, etc.). Sin embargo no estamos ni ante una biografía ni ante un ensayo, sino más bien una alabanza al gran maestro del terror cósmico que he disfrutado de cabo a rabo. Tanto es así que tuve que dosificarla para no terminarla de una sentada, aunque es tan poquita cosa que lo hice en solo dos.
El subtítulo 'Contra el mundo, contra la vida' ya nos da una pista de por dónde van los tiros. A quienes conozcan su faceta de novelista no les sorprenderá el enfoque de pesimismo filosófico con que Houellebecq aborda este ensayo. Probablemente sea el elemento clave en la simpatía que el francés siente por el norteamericano. El desinterés y desapego de Lovecraft por los goces sensuales de la vida y su estoicismo, quizás como resultado del puritanismo de su familia, terminan provocando la génesis de una línea narrativa de terror tan rompedora como original. No en vano los Mitos de Cthulhu es un caso excepcional y único en la historia de la literatura: no existe otro autor cuyo estilo y temáticas hayan servido para inspirar a decenas de escritores que no se avergüenzan de tratar de copiarlo; al contrario, su intención es precisamente continuar su mitología como si se tratara de él mismo.
A mi el libro me ha resultado muy, muy interesante, algo que no sorprenderá sabiendo mis filias, no solo por la literatura y el cine de terror, sino también por el enfoque fatalista que no puedo evitar imprimir a la existencia humana. Lo que no me encaja en absoluto es el prólogo a cargo de Stephen King, quien con un optimismo insultante se atreve a cuestionar el punto de partida básico de Houellebecq para explicar a Lovecraft: que la vida resulta dolorosa y decepcionante (cuestiones que también se abordaban en La conspiración contra la especie humana de Thomas Ligotti). Lo peor del caso es tener que leer algo así cuando es sabido que el de Maine ha pasado más de una vez en su vida por un infierno de alcohol y drogas, algo super habitual entre todos aquellos que consideran que la vida es un regalo que debemos agraceder. Me temo que esa cultura estadounidense de la positividad a cualquier precio me parece agotadora y falaz. En fin, volviendo al ensayo, los pocos detalles biográficos aportados resultan imprescindibles para entender a Lovecraft: un racismo contumaz unido a unos modales exquisitos, su fracaso continuado en el país que encumbra a los triunfadores, sus grandes penurias económicas, su franca torpeza en el terreno sentimental, una modestia que linda con el masoquismo. También se señalan algunas características diferenciadoras de su prosa, a la cabeza esa adjetivación sobrecargada para expresar horror y repugnancia. También la importancia de la arquitectura a la hora de crear los mundos en que transcurren sus relatos y novelas, o que fue pionero en incorporar elementos científicos (genética, geografía, etc.), producto de su vastísima cultura. No se puede negar que el francés ha llegado a conocerlo bien y nos ha aproximado a su vida y su obra de una manera extremadamente concisa, pero muy acertada. Tanto es así que durante la lectura no hacía más que pensar en leer el segundo tomo de la Narrativa Completa de Lovecraft de Valdemar. Espero poder hacerlo a largo de este año.
A mis recién cumplidos veinte años leí por primera vez a Lovecraft. Era una tarde en que me había quedados solo en la casa compartida con estudiantes en que vivía. No sabía nada de él. Creo que el relato que leí era El que acecha en el umbral y luego El que susurra en la oscuridad. Me resultó espeluznante, creo que no he pasado más miedo en mi vida. Tremendo. Leí intensivamente otros relatos pero con el tiempo sus mecanismos narrativos eran ya de sobra conocidos y dejó ya de sobrecogerme. Recuerdo esa primera impresión irrecuperable que tuve, igual que a una edad parecida leí Esperando a Godot. Alucinante. Hay obras y autores cuya lectura que siempre conservo es la de la primera vez. Luego ya es otra cosa, y ya lo siento. Nunca se puede releer del mismo modo que la primera vez. Tomo nota del ensayo de Houellebecq. En cuanto a Stephen King, personalmente no me gusta por su optimismo, en sus relatos -no he leído muchos pero sí suficientes- siempre parece triunfar el bien a mi modo de ver de modo decepcionante.
ResponderEliminarLeí este ensayo biográfico sobre Lovecraft hace ya muchos años. Recuerdo que me encantó. Y recuerdo asimismo otro detalle encantador: Lovecraft, al parecer, definió en una carta el psicoanálisis como un "pueril simbolismo." Para Houellebecq no cabe una definición más breve y acertada. Houellebecq es uno de los escritores franceses más polémicos de la última o penúltima hornada. Es un tipo bastante cínico, políticamente incorrecto y sarcástico; le han acusado de machista, racista, islamófobo y mil cosas más; así que resulta normal hasta cierto punto que se sienta atraído por Lovecraft. De Lovecraft me gusta prácticamente todo. Es de estos autores que se leen con 18 o 19 años, cuando todo sorprende y se descubren mediterráneos. En mi caso, de vez en cuando lo sigo leyendo. Es verdad que su estilo no es el mejor. Que abusaba de la retórica. Que la adjetivación suele ser torpe y excesiva. Que muchos relatos se parecen. Que las tramas son previsibles. Que siempre son un poco lo mismo. Pero Lovecraft tenía la rara cualidad de tener una imaginación tan portentosa que iba muy por delante de su técnica literaria. Es por esa razón, me parece, que en ocasiones sus relatos son un tanto torpes, deslizándose los peores hacia el tremendismo y la comedia involuntaria, solo que con monstruos tentaculares salidos de un averno primigenio de eones de remota antigüedad y más allá del espacio y del tiempo, dicho sea en honor al maestro. Pero Lovecraft tiene un puñado de novelas cortas y cuentos perfectos en su género. Creo que Lovecraft era un hombre que se sentía tan a disgusto con el mundo en que le tocó vivir, y en donde él era un extranjero, que para compensar (y ganarse la vida) acabó por inventarse un universo paralelo compuesto por eruditos serios, solitarios y anglosajones, representantes de la vieja americana puritana, como él mismo, enfrentados al caos retorcido y babeante de Cthulhu y compañía. No es difícil entrever en sus monstruos un reflejo distorsionado por una fantasía malsana y racista, pero única, de la América moderna y multicultural que se estaba creando y que para el bueno de Lovecraft era una amenaza "monstruosa." De todas formas, estuviera Lovecraft "contra el mundo y contra vida", como dice Houellebecq, hay que reconocer la fascinación que sigue desprendiendo su obra, ya clásica.
ResponderEliminar@Joselu+@abc: Gracias a los dos por vuestros comentarios, que vienen a completar mis apreciaciones sobre esta obra y sobre el propio Lovecraft. Encantado de teneros por aquí.
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