Tiffani Figueroa fue policía y ejerció en la Brigada de Desaparecidos. Ahora es investigadora por su cuenta y no tiene los escrúpulos que se esperan de un miembro del cuerpo. Pero Tifa también fue una adolescente que coqueteaba con un compañero de instituto tres años mayor, de buena famila y no tan buenas costumbres. Y una niña que se quedó sola con su padre después de que su madre los abandonara para irse con otro hombre. Y es además una mujer madura que está celebrando el banquete de boda de su hijo de poco más de veinte años de edad. En realidad en Submáquina tenemos seis relatos cortos que de manera fragmentada y sin orden temporal, nos aproximan a Tifa en diferentes momentos de su vida. Esta visión parcial, segmentada y no lineal de la protagonista, no nos da información suficiente para componer una imagen completa y cohesionada de su vida. Pero no creo que ese fuera el objetivo de Esther García Llovet. Y si lo era, desde luego yo no he sido capaz de verlo. Anque el prólogo se abre informándonos de que «La propuesta narrativa de este libro es de un atrevimiento singular», así que creo que la cosa no va por ahí.
No todos los apartados que componen esta novela corta están protagonizados por Tifa. En un par de ellos, el narrador se centra en otras personas de su entorno, que son las que nos abrirán esa ventana a su vida. Lo que poco que llegamos a saber de ella con seguridad es que es huraña y desconfiada, pero también osada hasta la insensatez. Arriesga mucho, sin pensar. No mide sus acciones ni teme las consecuencias. Pero no suele salir malparada. Por otro lado, las localizaciones de los relatos son reconocibles pero desconocidas. Lugares cuyas descripciones evocan ciudades o zonas que nos son familiares (la costa española, el Caribe, México), pero que en realidad carecen de una geografía real. El inconsciente evoca segundas residencias de clases acomodadas, destinos turísticos para europeos o poblaciones fronterizas dominadas por la pobreza y la desesperación. Estos elementos, así como unos paisajes incoherentes (bosques, un desierto interminable, un bosque nevado esta vez), consiguen descolocar al lector y transmitir inquietud y desasosiego de manera muy eficaz. Por otro lado, sabiendo cuál es la profesión de la protagonista, no sorprenderá que nos topemos con tramas y componentes del género negro. Para empezar, los seis relatos/capítulos que incluye el tomo se titulan con partes de una pistola: 'Cargador', 'Resorte', 'Seguro', 'Recámara', 'Gatillo', 'Cañón'. El más largo de todos, 'Seguro', se compone como historia fronteriza de huída y venganza que deja un estupendo sabor de boca.
El libro no está nada mal, pero en mi opinión la fragmentación y las elipsis tan brutales de las que hace gala te dejan con ganas de más. De rellenar esos espacios con todo lo que nos queda por saber de Tifa. De encontrar un sentido global, que es una obsesión frustrante del ser humano. En cualquier caso lo he disfrutado mucho tal y como es, y tampoco hay que engañarse: en la vida real, esa totalidad se encuentra solo en algunas novelas. Todos aquellos que nos rodean tienen facetas desconocidas que nunca llegaremos a vislumbrar y que se desarrollan al margen nuestro.
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