Estamos en pleno mes de julio y un par de jóvenes están recorriendo en Danubio en canoa. Muy de turismo aventura, montando la tienda y haciendo noche allí donde los encuentre el atardecer. Poco después de dejar atrás Pressburg (la actual Bratislava), hay una gran zona desolada y apenas habitada en que las aguas del río se dispersan creando una zona pantanosa. La pareja de intrépidos viajeros pone fin a la jornada en una de las muchas e inestables isletas de terreno arenoso de ese tramo: con las crecidas de verano, apenas se mantienen unos días antes de que la corriente las deshaga. Toda esa área está además cubierta de sauces; se quedan en la categoría de arbustos debido a las duras condiciones en las que han de crecer. Nada más instalarse, el narrador-protagonista, cuyo nombre no llegamos a conocer, empieza a experimentar una sensación de angustia y miedo irracional cuyo origen no logra determinar. A pesar de sus intentos por racionalizar la experiencia (la soledad del terreno, el aislamiento de su campamento, su propia insignificancia ante la naturaleza que los rodea), al caer la noche una serie de manifestaciones sobrenaturales empiezan a tomar forma alrededor suyo. Extraños sonidos, luces inexplicables, enigmáticas formas en la arena, golpes sobre la tienda de campaña. Como no quiere provocar el pánico, prefiere guardarse sus temores para sí mismo. No obstante, cuando despiertan, su compañero de viaje, a quien se refiere como el sueco, expresa exactamente sus mismos temores ante una presencia ominosa que es incapaz de describir pero que percibe de manera inequívoca.
Los sauces es una novela corta de terror sobrenatural en la que elementos cotidianos y sacados de la naturaleza cobran un significado extraño capaz de generar espanto. El mismísimo H. P. Lovecraft consideraba este título como uno de sus preferidos en lengua inglesa. Y es que Algernon Blackwood consigue sin duda transmistir miedo, indefensión y horror sin que lleguemos a saber qué o quiénes lo están provocando.
Para empezar toda la obra es de una riqueza descriptiva impresionante. Al principio se centra en los paisajes que rodean al Danubio, los pueblos y ciudades y las características del propio río (caudal, sonidos, vegetación que lo circunda, etc.), aportando una atmósfera siniestra y amenazadora antes incluso de que sepamos qué nos depara la historia. Sin embargo el escritor británico no tardará mucho en centrarse en todas las sensaciones que experimentan los protagonistas una vez acampan. Los sucesos inexplicables no serán sino materializaciones de un horror que ya llevaban sintiendo desde que entraron a los marjales y que de alguna forma creen vinculado con esos sauces cuyo crecimiento se diría frustrado por efecto de la energía siniestra que oprime la zona.
Blackwood consigue un golpe de efecto al poner en boca del sueco todos los temores que el narrador-protagonista no quería verbalizar para evitar dejarse llevar por el pánico. Presentado inicialmente como un personaje de apenas sensibilidad, tras la primera noche pasada entre los sauces el sueco se revela como un individuo tremendamente perceptivo, capaz de poner nombre a todo lo que les está ocurriendo y que él también está sufriendo. Nunca sabremos si sus intuiciones son certeras o propias de un demente, sin embargo logran dotar de significado a la experiencia tan perturbadora por que están pasando. En definitiva la capacidad de transmitir miedo y malas vibraciones que tiene la prosa es imbatible. En realidad no importa demasiado la explicación ni la causa del pavor que atenaza a los protagonistas. Tanto podrían ser entidades de otras dimensiones, como primitivas fuerzas sobrenaturales. Lo que está claro es que estamos ante una historia que juega con elementos del terror cósmico y de lo extraño que resultan muy, muy modernos y que han sido una clara influencia en el género. Sin duda uno de los mejores ejemplos que he leído de terror basado en lo inexplicable.
Es una maravilla de la literatura fantástica. Lo leí hace unos años en la antología de cuentos de terror de Rafael Llopis. Aquí no hay fantasmas, vampiros u hombres lobo sino la insignificancia del hombre ante una naturaleza no comprendida. Es el terror cósmico antes de Lovecraft. Algernon Blackwood escribió muchos más relatos de horror entre los que destaca El Wendigo. En Los Sauces la progresión del relato es tan perfecta que crea un ambiente irreal pero verosímil. Es una pesadilla convincente. Lo muertos no salen de sus tumbas, pero ¿quién sabe lo que puede haber más allá de nuestras capacidades de percepción? No es absurda la hipótesis de Los Sauces: no somos nada respecto a unas fuerzas inmanentes a la naturaleza, o trascendentes a ella, sobrenaturales, pero que en cualquier caso nos pueden aplastar como quien aplasta una mosca. Yo creo que un poco más allá está el terror ateo de Lovecraft. El hombre es una criatura efímera ante un universo hostil e indiferente.
ResponderEliminarUn cordial saludo
@Pol: Muy bueno tu apunte, me ha gustado sobre todo la frase final, en tanto en cuanto supone un enfoque antiantropocentrista de lo más necesario vistas las ínfulas de superioridad del ser humano. Se acabó eso de ser el ombligo del Universo. Sin duda volveré a Algernon Blackwood a lo largo del 2021.
ResponderEliminarMuy buena reseña, Cities. Y estupendo comentario, Pol.
ResponderEliminarYo también soy un gran admirador de Blackwood. "El Wendigo" y "Los sauces", quizás sus obras más famosas, me encantan. Pero os recomiendo excavar entre la narrativa breve del autor. Algunos de sus cuentos, como "Transferencia"o "El encubridor (Cómplice)", ayudaron a definir la ficción extraña.
Oriol Vigil
@Oriol: Creo que El Wendigo y otros relatos extraños y macabros de Valdemar caerá a lo largo de 2021. Como siempre gracias por el comentario y por los elogios, un placer tenerte por aquí.
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