Amanda está veraneando en el campo con su hija Nina, que tendrá unos 6-7 años. Como su marido vendrá más adelante, entabla una de esas breves amistades tan propias de las vacaciones con Carla, una de sus vecinas originaria del pueblo donde se han ido a descansar y desconectar. Apenas llevan unos días de conocerse cuando Carla le confiesa que pasa algo muy raro con David, su hijo. El pequeño sufrió un envenenamiento que habría resultado mortal debido al aislamiento y falta de servicios médicos de la zona en la que se encuentran. Pero ella se lo confió a la curandera que vive en la casa verde. Y aunque el niño sobrevivió, la experiencia lo ha cambiado hasta el punto de que ella no puede ya considerarlo su hijo.
Distancia de rescate es una novela corta de terror que inquieta y desasosiega desde la primera página. Con un estilo ágil y rápido, basado principalmente en díalogos, Samanta Schweblin nos narra la inesperada entrada en una dimensión del horror que la protagonista nunca habría pensado posible. Para ello juega a partes iguales con lo cotidiano, lo sobrenatural y la culpa. Estos tres elementos se mezclan de manera impecable, destrozando el paisaje idílido de unas vacaciones mediante un desastre claustrofóbico que no por previsible, resulta menos implacable. La escritora argentina introduce elementos inexplicables para sacar la narración de la normalidad euclidiana a la que estamos acostumbrados, generando imágenes y escenas súper perturbadoras sin más que proporcionar características insólitas a los fundamentos de nuestro día a día. El resultado es espeluznante, pavoroso. Pero también digno de admiración.
Aun así, como si tanto ingenio puesto al servicio del horror y la perversidad no fuera suficiente para rendirse ante el saber hacer de Schweblin, la autora apenas proporciona la información mínimamente imprescindible para que intuyamos qué está ocurriendo, obligando por tanto al lector a forjar su propia interpretación entresacando datos de todo aquello a lo que se ha enfrentado, generando el espanto por sí mismo. Son apenas 120 páginas que se leen en una sentada. Normalmente me quejaría de que saben a poco, pero en esta ocasión se agradece la brevedad de cara a mantener la cordura. No he leído nada tan impactante y que deje tan mal cuerpo en mucho tiempo. Recomendadísimo, pero no para antes de acostarse.
Hola:
ResponderEliminarA mí me gusta como escribe Schweblin, pero en este caso, me pareció que le daba demasiadas vueltas o interpretaciones cambiantes a una historia tan corta. Te recomiendo, o al menos a mí me gustó más, "Kentukis", por si no la haas leído.
Curiosamente, lo único que me falta por leer de la autora. Tras tu reseña, puede que me anime pronto.
ResponderEliminar@Juan G.B.: La tuya debe de ser de las pocas opiniones positivas que he visto sobre "Kentukis". La tenía en duda por lo que recordaba de las reseñas que había visto en el momento de su publicación, pero precisamente Lucas Despadas acaba de leerla y tampoco ha quedado muy convencido. Tengo otros libros suyos pendientes, creo que tiene otra colección de cuentos que no he leído, así que iré a por ella la próxima vez que la lea.
ResponderEliminar@Lucas Despadas: A mí me ha encantado. Por cierto que hay ya adaptación al cine en Netflix. Miedo me da pero no por la trama, sino porque las pelis de Netflix suelen ser bastante lamentables.
Efectivamente, Cities. Hay tres libros de relatos previos al polémico 'Kentukis'. Y son los que me engancharon a la autora. No sabía lo de la adaptación. La verdad es que no sé qué esperarme. Hay series y películas de Netflix que me agradan, aunque también me he comido más de un bodrio sin pies ni cabeza.
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