En 1975 aparecía la primera edición de Liberación animal, un libro que dio un marco de referencia ético y filosófico al movimiento animalista. El planteamiento de Peter Singer se fundamenta en otorgar igual consideración a los intereses de todos los animales, en lugar de poner siempre por delante los del ser humano. A esta forma de discriminación basada en la especie a la que pertenece cada individuo la denominó especismo, por analogía con el racismo y sexismo. Está tan extendida que hasta que él escribió este tomo no había recibido atención, no ya del público en general, sino ni tan siquiera en el ámbito de la filosofía.
El libro aborda la situación de los animales en relación con el hombre en seis capítulos. En el primero aborda la necesidad de replantearnos el trato que damos a los animales desde una óptica ética. Plantea que es necesario ampliar nuestra esfera moral para incluir y respetar los intereses básicos que buscan todos los animales, siendo el más manifiesto el de evitar el sufrimiento, equiparable completamente al del ser humano. En los capitulos dos y tres nos da ejemplos de cómo ignoramos este interés tan primario de los animales al usarlos como objetos de experimentación por un lado, y como alimento por otro. El relato de la realidad de los animales en los laboratorios y en las granjas industriales, donde se inflige sufrimiento diariamente a miles de millones de animales, es totalmente desapasionado. Para evitar caer en una emotividad que podría tachar de parciales todos sus argumentos, Singer se limita apenas a compilar y transcribir para nosotros publicaciones científicas que detallan los estudios realizados, o bien recurrir a revistas e informes de ambos sectores. La inutilidad y ridiculez de la gran mayoría de los experimentos que se llevan a cabo con animales, así como la arbitrariedad de usar como alimento la carne y otros productos producidos por los animales (leche y huevos), queda demostrada de esta manera con una facilidad pasmosa. El capítulo cuarto defiende la adopción del vegetarianismo/veganismo como única vía posible de boicotear la ganadería industrial en el sistema capitalista. Los dos últimos capítulos se centran respectivamente en dar una visión histórica del especismo y en mostrar en qué situación se encuentra en la actualidad. O más bien en el momento de la revisión del texto, que en esta edición yo diría que a principios de los 2000s. Quizás esta parte necesitaría una nueva revisión ya que por aquel entonces el autor se mostraba mucho más optimista de lo que los años sucesivos han demostrado.
Tengo que reconocer que el texto me ha sorprendido sobre todo por su imparcialidad. El propio Singer admite que durante su redacción tuvo que hacer notar que él no se consideraba a sí mismo ni amante de los gatos, ni de los perros, ni de ninguna mascota. Por desgracia así era como muchas personas interesadas en ayudarle entendían su proyecto, como una especie de defensa de los animales de compañía. Por ello el registro, la fuentes o los argumentos que usa obligan al lector a abordar el problema con una objetividad que debería hacerle cuestionarse la forma en que ve a los animales. Otra cosa es que pueda vencer la inercia y realizar los cambios que el filósofo australiano propone para otorgar a los intereses de los animales la importancia que merecen. Por otro lado hay que destacar que nos muestre a las claras el impacto que la ganadería intensiva tiene en el planeta y en la probreza mundial, algo que sin duda es señal inequívoca de la perspicacia y agudeza del autor. A fecha de hoy esta conexión también forma parte de las reclamaciones de activistas medioambientales. En fin, ya he mencionado más de una vez en este blog mi compromiso con la causa animalista, así que no voy a poder añadir mucho más a esta reseña sin que se me vea el plumero. En cualquier caso creo que se trata de una lectura que puede servir para abrir los ojos a muchas personas, ya que por más que la industria nos muestre en la publicidad a vacas lecheras pastando libremente por los montes de Asturias, la realidad, tanto en el caso del sector lácteo como en el resto de la industria ganadera, es bien distinta.
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