Varsovia a finales de los años 1930s. Los nazis todavía no han invadido Polonia pero el cariz que han tomado los acontecimientos en Alemania indica que solo es cuestión de tiempo que lo hagan. Esa es desde luego la opinión del joven aspirante a escritor Aaron Greidinger. Se trata de un judío inconstante, de temperamento irrefrenable, algo tímido pero tremendamente vitalista y mujeriego. Mantiene relaciones sexuales y afectivas con varias mujeres pero tras veinte años de haberle perdido el rastro, se reencuentra con Shosha, una vecina suya de cuando ambos eran críos. Se da cuenta entonces de que es la única mujer a la que siempre ha amado. Debido a una enfermedad que no llegamos a conocer, la joven apenas se ha desarrollado y su cuerpo sigue siendo casi de niña, a lo cual se unen claras limitaciones intelectuales. Nada de ello le importa a Arele, que está dedicido a casarse con ella a pesar de que todos sus amigos le consideran loco por ello.
Todas las novelas de Isaac Bashevis Singer giran en torno al judaísmo. En las que llevo leídas hay varias que transcurren en Polonia en diferentes épocas, pero hasta el momento el Nobel de Literatura de 1978 no había abordado la situación de los judíos antes del acontecimiento que detonó la II Guerra Mundial: la invasión de su país por parte de las fuerzas armadas del III. Reich. En Shosha hay más coincidencias con el resto de su producción. El protagonista vuelve a ser un judío de carácter inestable que se ve desbordado por su propia incapacidad de limitar sus ganas de vivir y de amar. Y a pesar de haber recibido una educación muy religiosa, su aproximación al judaismo se aleja de la ortodoxia y la cuestiona, intentando alinearse con una sociedad moderna que avanza sin parar. ¿Qué es entonces este libro? ¿Un refrito de los temas que trata siempre? ¿O hay algo especial que le haga destacar por encima de otras de sus obras? Por suerte para mí, me alegra poder decir que ésta es, sin duda, la novela más divertida, crítica y sobre todo apasionada que he leído de Singer desde Enemigos. Una historia de amor.
El escritor polaco describe un cuadro de desesperación y peligro insalvable en la situación que viven los protagonistas. Pero consigue que nos olvidemos de ello por la vehemencia, casi frenesí, con que todos conducen sus actos. Sin importarles el horror que está al caer y la amenaza de muerte que se aproxima. Hay hambre, hay pobreza, hay dolor y discriminación, sí, pero tambien unas ganar incontenibles de vivir y disfrutar que no las va a poder detener ni el mayor dictador que tuvo Europa en el S. XX. La historia es una maravilla, Singer vapulea al lector convirtiendo la narración casi en un cuento de hadas actualizado, donde al pobre pero bondadoso escritor se le aparece un adinerado hombre de negocios norteamericano que le contrata para que escriba una obra de teatro que ha de protagonizar su amante. En realidad todos los personajes oscilan entre la pesadumbre más atroz y la felicidad más arrolladora, con lo cual pasas del nudo en la garganta a la sonrisa o la carcajada cada pocos párrafos.
Hay también un fuerte trasfondo filosófico en toda la narración. La actitud intimidatoria de Hitler, la discriminación que el pueblo judío sufría por parte de los gentiles polacos, y la frustración de comprobar que la utopía comunista de la Unión Soviética era una trampa tan terrible como el fascismo hizo que la existencia para los judíos de Polonia se volviera insoportable en aquellos años. Sin embargo, quizás como medida de compensación, los personajes se aferran a la vida y agradecen cada día, cada hora y casi cada minuto que pueden disfrutar de estar vivos. Se niegan a guardar ni una brizna de goce para el día de mañana, en el cual es muy probable que todo se vaya al traste. De todos es sabido además el gran compromiso animalista de Singer, que se refleja sin ambages en todas sus obras. Pues bien, creo que en ésta he detectado hasta cinco alusiones directas al trato ignominioso que el hombre da al resto de los animales que habitan en un planeta que nos es común. Que yo recuerde, hasta cinco veces compara lo que los nazis hicieron a los judíos con lo que el ser humano hace con los animales. Este paralelismo sigue levantando ampollas en 2020 entre los sectores más conservadores y antropocentristas porque según ellos trivializa el Holocausto. La verdad es que tengo curiosidad por saber qué argumentos podrían darle a Singer, judío el mismo que tuvo que huír de Varsovia ante la amenaza nazi, para convencerle de que ese símil es inapropiado. Por resumir, una auténtica maravilla que justifica la gran admiración que tengo por este autor. Totalmente recomendada si queréis experimentar una montaña rusa de sentimientos que a pesar de lo dramático de la historia, es capaz de dejarte lleno de esperanza y de un excelente buen humor.
¡Hola! He tenido la fortuna de leer Shosha hace unos cuantos meses atrás. Sabía de Bashevis más no estaba enterado de su estilo literario porqué nunca me decantado por leerlo sino hasta que me topé con que era referenciado en Shtisel, en el final de su última temporada. Y con gran empeño descubrí qué la frase que había captado mi atención era una paráfrasis bastate libre de un pasaje de esta obra.
ResponderEliminarNo he leído mucho de Bashevis más qué dos libros pero estoy completamente seguro que ya es uno de mis autores favoritos.
Me encantó tu reseña. Saludos 😀