Dwight McCarthy ha vuelto a Basin City después de haber conseguido una cara nueva. Está pasando la noche con Shellie en el apartamento de ésta cuando Jack, un antiguo amante de la chica, empieza a aporrear la puerta y a amenazarla con echarla abajo si no le deja entrar. Shellie se decide a abrirle pero le pide a Dwight que se mantenga al margen, así que nuestro hombre se escabulle por las habitaciones. Jack viene borracho con varios amigos, así que se le va un poco la mano con la joven. Se la quiere llevar de fiesta al club de strip donde ella trabaja para correrse una juerga con sus compañeras. Antes de salir va al baño y allí se topa con Dwight, quien sigilosamente le da un buen susto para que se olvide de Shellie. El matón, que como casi todos los matones en realidad es un cobarde miserable que solo abusa de los débiles, sale huyendo con sus amigos rumbo al barrio viejo en busca de prostitutas con quienes montar un buen sarao. Dwight los sigue temeroso de que causen problemas a las meretrices en su propio territorio, donde ellas tienen el control por un acuerdo con la policía y la mafia. Como era de esperar, allí las cosas se complican porque Jack se pasa de la raya cuando una joven prostituta se niega a irse con el grupo. Sus compañeras y Dwight le ayudarán a librarse de ellos, pero cuando acabe el enfrentamiento las cosas se pondrán muy mal para todas las trabajadoras del barrio viejo. Y es que Jack ocultaba un secreto del que nadie era consciente.
Sin City. La gran masacre es la tercera entrega de la serie original de Sin City. Sin embargo por algún error de la colección de Norma Editorial que compré en Bibliostock, está numerada a continuación de El duro adiós, que sí fue la primera en aparecer. Esto lo comento porque nada más comenzar a leer este tomo doble se da por hecho que deberíamos saber quién es el protagonista, el porqué de su reconstrucción facial, el regreso a Basin City, etc. etc. Según leemos en la Wikipedia, esta falta de contexto se debe a que cronológicamente este tomo es inmediatamente posterior a Mataría por ella, la segunda entrega de la cual también Dwight es el protagonista. Excepto por este pequeño detalle, que chirría cuando empiezas el cómic, tengo que reconocer que a nivel argumental este episodio me ha parecido mucho más interesante que el primero. Por supuesto estamos ante una obra de temática criminal clásica que incluye los personajes habituales en el género. Antihéroes marginados (prostitutas, tipos honrados caídos en desgracia), polícías corruptos y la mafia inundan las páginas. Sin embargo las situaciones que nos muestra incluyen elementos muy originales. Por ejemplo las prostitutas organizadas según un modelo de autogestión y con grupos de autodefensa, o los ex-terroristas del IRA transformados en mercenarios a las órdenes de la mafia. De todas formas como logro más destacable señalaría el desenlace, que nos aproximan más a una historia épica que una trama noir. De hecho la idea está tan presente en la narración que Frank Miller evoca brevemente en sus páginas la Batalla de Termópilas, la cual adaptaría en 300 algunos años después .
Desde el punto de vista artístico esta entrega repite las características de la anterior: el uso exclusivo de tinta negra, grandes contrastes en las viñetas, abundancia de escenas nocturnas o la magistral habilidad de Miller para emplear en los dibujos elementos propios de la abstracción geométrica. Aunque sigue habiendo muchas escenas que se resuelven visualmente, yo diría que hay más texto, especialmente en cuanto a Dwight como narrador en primera persona. Porque los personajes siguen siendo bastante parcos en palabras, que es otro cliché del género. Resumiendo, a pesar del patinazo editorial al desordenar las entregas, me ha parecido que este episodio está mucho más elaborado. Y estéticamente sigue siendo fantástico. Tenéis más reseñas en La casa de El y Los mejores cómics.
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