A pricipio de la década de los 2000 estalla la III Guerra Mundial entre los dos grandes bloques de países englobados en la West-Dem y la Pac-Peop. La población se refugia en unas estructuras subterráneas denominadas tanques-hormiguero, mientras que en la superficie de la Tierra (y en otros planetas ya colonizados) los robots bélicos combaten por sus respectivos bandos. 15 años después del comienzo de la contienda la población sigue encerrada en los refugios subterráneos, produciendo robots en unas condiciones cada vez más asfixiantes. El presidente de uno de estos tanques, Nicholas Saint-James, se ve forzado a arriesgar su vida subiendo a la superficie para conseguir un páncreas artificial destinado a uno de sus mejores mecánicos, recientemente fallecido de pancreatitis y actualmente en estado de hibernación. Dicho material está reservado para la clase dirigente y militares, así que tendrá que hacer lo posible por conseguirlo en el mercado negro, si es que antes no acaban con él la radiación o las mil y una enfermedades provocadas por armas bacteriológicas que abundan en el aire libre. Sin embargo en el terreno exterior de la Tierra las cosas no son como se hacen creer a los refugiados a través de los comunicados retransmitidos por televisión. La III Guerra Mundial duró solo un par de años, a partir de los cuales la élite mundial creó una farsa sostenida por material audivisual y constantes discursos de sus líderes cuya intención es mantener controlada a la población subterránea, algo que les permite vivir como grandes señores feudales en la Tierra, que sigue en proceso de recuperación tras la destrucción parcial del planeta. Cuando Nick por fin llega a la superficie se verá envuelto en una compleja trama política en la que nuevas fuerzas, entre las cuales se encuentra un misterioso personaje místico/religioso que trasciende la realidad, van a tratar de poner fin al engaño.
Ya tocaba volver a mi admirado Philip K. Dick, a su universo personal plagado de simulacros, robots, naves voladoras utilitarias, colonizaciones de los planetas del sistema solar, personajes con capacidades psiónicas, salvadores de la humanidad de atributos semidivinos, tecnología asombrosa que va desde las máquinas para viajar en el tiempo a los órganos artificiales sin olvidar las más precisas y perversas armas automáticas. He estado mucho tiempo buscando la edición de Minotauro de La penúltima verdad en papel, descatalogada hace años, y aunque sigue a la venta la versión electrónica y por la red anda pirateada, me fui a una biblioteca pública para poder disfrutarla como me apetecía, en soporte físico, disfrutando de ella página a página.
De nuevo el autor norteamericano pone de manifiesto su preocupación sobre la percepción de la realidad y la existencia de diversas realidades simultáneas, en este caso no mediante drogas enteógenas o entidades extraterrestres, sino gracias a un metodo tan palpable como puede ser la manipulación a que se somente al ciudadano a través de los medios de comunicación. Otra vez el ser humano retratado como lo que es: un mostruo egoista desposeído de la más mínima empatía hacia el resto de sus congéneres. La magnitud el engaño que se plantea en la trama es inabarcable, con una exclusiva y reducidísima parte de la población viviendo en unas condiciones de bienestar inigualables (eso sí, condenados a una terrible soledad debido a la esterilidad causada por la radiación), que no tiene el menor escrúpulo en mentir, falsear información, ocultar la realidad e inventarse otra a conveniencia de sus intereses y así someter a una inmesa mayoría. Desde luego Dick acertó al 100% con su planteamiento, no hay más que ver el panorama de medios de comunicación españoles y su discurso único alejado de la realidad pero muy conveniente a los intereses de los grupos empresariales que los financian. Plasmar la verdad de los hechos en las páginas de sus periódicos o en sus programas de radio o TV es algo que les importa un pimiento a casi todos. Por si hiciera falta a estas alturas una prueba de ello, con esta trama queda demostrada la gran capacidad crítica y de anticipación de este escritor. Para mi sorpresa no hay muchas reseñas de esta novela en la blogosfera, os dejo la del Sitio de Ciencia-ficción, que evidentemente no podía fallar, y la de Mar de dudas, breve pero certera.
Muy Dick, mucho, pero desde las ideas. En lo narrativo no logra fluidez para estar a la altura de sus mejores libros. Con todo, interesante.
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