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Todas las historias transcurren en la opresiva España nacional-católica de los 1950s. En la primera y tercera parte, el autor hace retozar a la pequeña burguesía, provinciana y urbana respectivamente, en el barro de su patética existencia colmada de prejuicios. En la segunda asistimos a las miserias de las clases menos afortunadas, que tenían que malvivir apenas sin recursos en habitaciones realquiladas, con la cabeza gacha ante Iglesia, Estado y Capital. La sátira de la dictadura es en todos los casos implacable.
A pesar de que asistimos a divertidísimas situaciones que hacen imposible contener la risa, una pátina de mezquindad inunda todas las páginas. El regusto metálico del drama y la desgracia permanecen en la garganta en todo momento, conviviendo con las carcajadas. Aún cuando el cierre de las tres novelas me ha parecido bastante flojo, sigo pensando que se trata de una lectura muy recomendable.
Tenéis más reseñas de este libro en el difunto Memorias de Pretumba (de una edición anterior que incluye un prólogo no presente en la actual) y en El Placer de la Lectura.
Este me lo apunto, que es imperdonable que no haya leído nada de mi paisano.
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