Arlington Park es un suburbio de clase media de alguna población inglesa no lejos de Londres. Durante el día en que transcurre la acción nos acercaremos a un grupo de mujeres que viven allí y conoceremos sus anhelos y frustraciones. Con ese estilo desbordante, agudo y descarnado que la caracteriza, Rachel Cusk ha escrito una novela deslumbrante que expone sin tapujos el amplísimo muestrario de fracasos y pérdidas que el matrimonio y formar una familia han generado en ellas, pues no el vano son la parte de la ecuación que habitualmente más renuncias debe adjudicarse.
Estamos ante una narración polifónica que se articula en forma de instantáneas breves cuyas narradoras van enlazándose de una sección a otra (no hay capítuos formales pero la separación es perfectamente clara). La comparación que se suele hacer de este libro con La señora Dalloway no es gratuita. No se trata solo de que la historia se extienda a lo largo de un solo día y que haya una cena/fiesta esa noche en casa de una de las residentes de Arlington Park. Es que además resulta inevitable pensar en el clásico de Virgina Woolf por la agilidad y habilidad con que se cambia el objeto de atención en el texto. Por suerte para mí, que terminé rebufando de la afamada escritora del grupo de Bloomsbury, éstas son las únicas similitudes entre ambas obras.
En realidad la prosa de estas dos escritoras no se parece en nada. Mientras que Woolf maneja ideas y sentimientos de una manera abstracta, lírica y casi experimental, Cusk se aferra a hechos concretos y materiales. Disecciona y analiza las decisiones que han provocado la situación en que se encuentra cada personaje con una precisión quirúrgica y hasta extremos asombrosos. Hay momentos en que el texto puede llegar a ser denso y algo enrevesado, pero creo que la profundidad de sus reflexiones lo exige y recompensa con creces la concentración que demanda. Por otro lado las imágenes que crea y las sensaciones que nos hace llegar son devastadoras. Si hay una manera de escribir que se pueda calificar como característica del siglo XXI, en mi opinión tiene que ser muy parecida a la de Cusk: inteligente, elaborada, implacable. Y desde luego a mí me fascina.
Hay que leer a Cusk, por lo menos me has animado a ello
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarSin ánimo de ofender ni pasar por listillo, mejor "quirúrgica"
Saludos
@Aurelio: Pues yo creo que sí, fíjate que hasta a Condón Umbilical, que es super crítico con sus lecturas, le han gustado dos de los tres volúmenes de la Outline trilogy de Cusk. Espero que te animes pronto y lo disfrutes.
ResponderEliminar@Javi98754321: Vaya, algo me decía que debería haberme decidido por 'milimétrica' :) Gracias por la corrección, y lo he modificado. Lo curioso del caso es que creo que hasta lo busqué en el diccionario porque es una palabra que siempre siempre me crea dudas, desde luego si lo llegué a hacer se ve que no presté mucha atención.
Gracias por mencionarme :)
ResponderEliminarA Cusk la he descubierto hace poco y me ha sorprendido gratamente. La trilogía me ha recordado a Thomas Bernhard y seguro que es una de sus influencias, ya que ella misma le menciona en el último libro de la trilogía. Seguiré indagando en ella.
Un saludo.
@condonumbilical: No las merece :) Aunque no comente, soy un vistante asiduo a tu blog y espero con ganas tus opiniones. Coincido contigo en algo que mencionas en tus reseñas sobre Rachel Cusk: en general sus personajes son muy elocuentes y todos tienen voces muy parecidas. En Arlintong Park a veces resulta difícil de creer que un ama de casa tenga esa extrema profundidad de análisis del contexto que la rodea. A pesar de ello lo considero un mal menor porque lo que me interesa es precísamente dicho análisis, no tanto la forma en que me llega. Podría ser un ensayo y parecerme igual de absorbente.
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