21 oct 2021

Puerta al verano - Robert A. Heinlein

Daniel B. Davis es un ingeniero bastante brillante que ha montado una pequeña empresa para producir unos asistentes domésticos muy avanzados. Podríamos llamarlos robots, pero en el mismo sentido que se usa robot en 'robot de cocina' o 'aspiradora robot'. Esto es, no tienen inteligencia pero sí que pueden realizar un conjunto bastante amplio de tareas domésticas. Ya han comercializado la 'Muchacha de Servicio' y les ha ido muy bien económicamente. Davis está diseñando ahora un modelo mucho más avanzado, el 'Frank Flexible'. No solo tendrá un rango mucho mayor de habilidades precargado, sino que además se podrá entrenar para que aprendan a hacer tareas nuevas. Pero Miles Gentry, su socio y director comercial, junto con Belle S. Darkin, la prometida de Davis y su asistente en la compañía, lo dejan fuera de juego con malas artes, despidiéndolo y expulsándolo del comité directivo para que así una gran compañía del ramo los compre. Frustrado y desesperado por su ingenuidad, decide tomar el 'Sueño Frío' por treinta años. Se trata de un servicio de criogenización que lleva funcionando desde hace algún tiempo, y que le permitirá desaparecer y volver a la vida en el años 2000, con una importante cantidad de dinero acumulado debido a las inversiones que la aseguradora que gestiona el servicio de hibernación habrá realizado en su nombre. Sin embargo en el último momento decide echarse atrás y vengarse de sus antiguos compañeros y amigos. Las cosas no salen como él quería y sus ex-socios terminan durmiéndolo por treinta años, aunque robándole antes el colchón económico para su vuelta al mundo.

Todo esto ocurre en las proximidades de Los Ángeles en 1970, pero un 1970 imaginado desde el año en que la novela fue escrita: 1957. Robert A. Heinlein demuestra tener muy pocos complejos a la hora de incorporar en la acción todos aquellos elementos que puedan despertar el sentido de la maravilla en los lectores aficionados al género: escenarios post-guerras mundiales, tecnología avanzada, robótica, criogenización, drogas que anulan la voluntad y viajes en el tiempo, por mencionar algunos. El autor estadounidense no tiene mesura, y en no pocas ocasiones estos elementos increíbles que le permiten componer la narración surgen sin previo aviso a medida que los va necesitando, algo que activa todas las alarmas avisando de la poca calidad de la novela. En todo caso tiene el mérito de entrelazar este desmadre scifi con tramas mucho más vanales y de interés general: emprendimiento empresarial, amor, traiciones. No se puede negar que a nivel argumental las paradojas temporales están muy bien hiladas, de forma que el resultado de las idas y venidas del protagonista décadas arriba y abajo es muy compacto y no tienen fisuras. Ahora bien, la novela en sí es completamente insulsa y banal, poco más que una historia de aventuras con un ritmo agotador y un montón de elementos sorprendentes a cada cual más ridículo.

Lo más grave para mi gusto es que resulta imposible creer que la voz del protagonista-narrador es la de un ingeniero mecánico/industrial. El gran trasfondo humorístico de la novela se traduce en constantes ocurrencias de Davis para provocar la risa, pero que por desgracia son bastante burdas, como sacadas de un espectáculo de tercera o cuarta categoría. Esto resta a sus reflexiones tecnológicas la poca credibilidad que pudieran tener más de 60 años despues. De todas formas este aspecto tampoco tiene mucha importancia porque lo más encantador del enfoque retro-futurista es su ingenuidad y total falta de tino (aunque hilando fino podríamos decir que anticipó la existencia de las Roomba y similares, las cosas como son). Por otro lado el gran peso de la trama corporativa es bastante pesado, aunque nos sirve para entrever la gran afinidad del autor por el individualismo y su creencia en que solo uno mismo puede forjar su destino (algo que solo permite el capitalismo, naturalmente). Y por último y dejando de lado el machismo recalcitrante del texto, producto de la época en que fue escrito, hay un aspecto de la subtrama romántica que pone los pelos de punta: en 1970 D. B. Davis está enamorado de Rocky, la hijastra de nueve años de su socio Miles. Habéis leído bien, sí, nueve añitos. Por tanto el protagonista urde un plan para que se encuentren el año 2000 tras la hibernación de ambos, algo que a la pequeña le parece fenomenal porque también le ama. Desde luego Heinlein no se autocensuraba, ahora que esa falta de cortapisas morales tampoco es que le permitera crear alta literatura. No por lo menos con este título, que a finales de los 1950s puede que tuviera un hueco entre el público, pero desde luego a fecha de hoy es totalmente prescindible.

2 comentarios:

  1. Igual ya has leído todas las novelas de la Edad de Oro que merecen la pena...

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  2. @el convincente gon: Ya he comentado alguna vez que debo tener idealizados algunos clásicos de la ciencia-ficción de cuando era adolescente. Por más que leo sus obras y me parecen entre mediocres y malas, es imposible deshacerme de esa idea de excelencia que brilla en mi cabeza al nombrarlos. Lo peor del caso es que tengo dos novelas más pendientes de Heinlein de mis incursiones a las tiendas Re-Read.

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