10 jun 2020

Enderby por dentro - Anthony Burgess

A pesar de tener muchos libros publicados, Francis Enderby es la personificación del poeta maldito. Se debe en parte a que sus volúmenes apenas se venden y menos aún se leen. Pero también influye que tiene 40 y tantos años, es soltero, malvive en una habitación alquilada en algún pueblo de la costa británica y subsiste gracias a la exigua renta anual que le proporcionan unas pocas inversiones heredadas de su madrasta. Y además tiene dispesia y problemas digestivos. Para su sopresa y disgusto, porque detesta los actos en sociedad, sus 'Sonetos revolucionarios' son galardonados con el premio anual de poesía que concede una importante cadena de librerías, así que se ve obligado a viajar a Londres a recoger el galardón. Allí conocerá a Vesta Bainbridge, una gran admiradora de su obra y editora de la revista femenina Fémina. Vesta le propondrá escribir para la sección de poesía de su publicación, lo cual provocará que nuestro hombre retome contacto con el mundo real, del cual se había autoexiliado para dedicarse en exclusiva a las musas.

Enderby por dentro es, sin ningún lugar a dudas, la novela más ingeniosa, ocurrente y divertida que llevo leída en los últimos años. Anthony Burgess creó un personaje lleno de contradiciones y pequeñas miserias, pero que a la vez planta cara a todos los convencionalismos sociales y está dispuesto a rechazar todo aquello que suponga una amenaza para su poesía. Enderby es patético y se mueve en un ambiente sórdido y deprimente, pero también es entrañable y adorable. Visto desde fuera puede que no tenga una vida envidiable, con todas esas estrecheces económicas y ese ostracismo que él mismo ha elegido, pero que le satisface plenamente porque es la única forma que tiene de dedicarse en cuerpo y alma a su arte. ¡Y qué versos! Por suerte para los lectores, el protagonista nos regala algunos fragmentos de sus poemas de cuando en cuando a lo largo del texto. Se trata en la mayoría de los casos de estrofas aparentemente demenciales que sin embargo esconden críticas mordaces a los aspectos que han marcado su vida: su familia, la religión, el sexo. Siempre con una aproximación muy actual, muy cruda, capaz de expresar sin ambages la dureza de la existencia del ser humano en la sociedad contemporánea. Y desternillantes, claro.

No esperaba encontrarme con una novela tan divertida, tan absorbente y tan bien escrita. Descontando algunos elementos puntuales de humor zafio (los problemas gastrointestinales de Enderby causan constantes interrupciones en forma de pedos y eructos), en general Burgess recurre a situaciones absurdas y choques entre personajes disparatados y de caracteres totalmente opuestos para provocar la risa. Por otro lado resulta imposible no encariñarse con el protagonista y sentir en nuestras propias carnes todos los golpes que le da la vida. Hacer nuestros tanto sus problemas como sus logros insignificantes, pero que son fruto de la total devoción y entrega a la pasión de su vida. El personaje tiene un aire de rebeldía que resultará atractivo a todo aquel que haya tenido que renunciar a alguno de sus sueños. Que yo diría que es el 99,999% de la población mundial. Por último, en la novela hay una discreta presencia de los aspectos lingüísticos que tanto apasionaban al autor. Desde una trascripción pseudofonética para reflejar las variedades dialectales de algunos personajes, hasta el interés manifiesto del Enderby por descubrir el origen de otros personajes a través de sus acentos regionales. El primer punto se resuelve con bastante elegancia, algo que debemos agradecer al traductor, y el segundo la verdad es que resulta más bien opaco al lector de la versión en castellano debido a que refleja características propias del inglés de UK. En cualquier caso y al contrario de lo que me ocurrió hace dos años con La hora de la cerveza, no supone ninguna traba para disfrutar de esta maravillosa historia. Lo mejor del caso es que Burgess escribió tres novelas más de este personaje. Estaré atento la próxima vez que vaya de tiendas de libros usados, porque el que me ocupa hoy se suele encontrar por dos duros en colecciones de clásicos contemporáneos. No os lo penséis ni un segundo si se os da el caso.

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