7 mar 2013

Menos que Cero - Bret Easton Ellis

Antes de Menos que Cero, mi único conocimiento de Bret Easton Ellis procedía de la adaptación cinematográfica de otra de sus novelas, American Psycho (Mary Harron, 2000). Para la fecha de realización, la película tiene un aire 1980s digno de mucho mérito, tanto que por culpa de esa estética me llegó a resultar atrayente y repelente a partes iguales. No hace ni un año que la he visto y admito que el guión me gustó a pesar del innecesario regocijo en las escenas de violencia. En cualquier caso y como tenía ganas de leer algo suyo de una vez por todas, me decidí por su primera novela, que al igual que Azul casi Transparente de Ryu Murakami, venía precedida por toneladas de buenas referencias en la blogosfera y trata un tema que en siempre me atrae: vidas extremas entre altas dosis de drogas y tendencias autodestructivas.

Y eso es exactamente lo que nos encontramos en la trama. La acción transcurre muy a principios de los 1980s. Clay, de 18 años de edad, vuelve a Los Angeles a pasar las vacaciones de navidad tras su primer trimestre en una universidad del nordeste estadounidense. Retoma el contacto con sus antiguos amigos de secundaria, entre los que cuales están los hijos de adinerados magnates de la industria cinematográfica (como él mismo) y en menor medida los camellos y otra fauna menos afortunada a quienes ha conocido en sus correrías. Así que durante prácticamente el 95% del texto nos enfrentamos a una narración a cargo del protagonista en primera persona y en presente de indicativo, más o menos de esta guisa:
Llamo a Blair/Julian/Trent/etc. Nadie coge el teléfono así que llamo a Julian/Trent/Blair/etc. y le pregunto por él/ella. No sabe dónde está pero quedamos para comer en La Scala Boutique/un restaurante de Melrose/Galleria/etc. Antes me paso por casa de Rip y le compro cinco gramos. Aparco y me meto una raya antes de entrar al restaurante. Cuando llego Julian/Trent/Blair/etc. ya se ha bebido 3 copas de vino blanco. Lleva pantalones negros/blancos/azules/etc. y una camiseta de The Blockheads/The Specials/English beat/etc. En la mesa me pregunta qué he hecho el fin de semana. "He andado por ahí", le contesto, pero la verdad es que no me acuerdo. Por la noche nos vemos en el Nowhere Club/The Whire/Land's End/etc. donde todo el mundo está muy moreno. Hoy hay un concierto de Missing Person/Vice Squad/X/etc. No bebemos unas copas mientras los vemos actuar. Julian/Trent/Blair/etc. dice de ir a meternos una raya, pero a mi me sangra la naríz de todas las que llevo en el cuerpo desde que he llegado a Los Angeles y paso. Me dice que me va a conseguir Decadron o Celestone para lo de la naríz. Aún me quedan cuatro/tres/dos/una semana(s) aquí. Nos vamos al The Palace/New Garage/The Roxy/etc. y mientras Julian/Trent/Blair/etc. conduce su Porsche/BMW/(Mercedes) 380 SL/etc., pone un cassette de The B-52's/Human League/Spandau Ballet/etc. que he oido mil veces. Etc. etc. etc.

Este esquema, vacío por un lado pero por otro repleto a más no poder de nombres propios y referencias que no aportan absolutamente NADA se repite página tras página. Eso sí, también aparecen descripciones de encuentros sexuales hetero y homo, de ratos pasados con su familia, de fiestas en mansiones de lujo, de tardes en el club de playa y de viajes a localidades en las proximidades de L.A. Todo el rato así excepto en el 5% restante, donde Clay describe experiencias de cuando era (aún) más joven y pasaban los fines de semana en una casa familiar cerca del desierto. Allí se reunían sus tíos, primos y abuelos, a los que añora especialmente.

Apasionante. No le quito el mérito de haber documentado el estilo de vida desenfrenado de quienes en un par de años serían los infames yuppies de Wall Street y demás, pero las ridículas vivencias sin sentido de un grupo de niñatos asquerosamente ricos no tienen ningún interés para mi. Estaba terminandolo y me parecía imposible ya salvar nada de semejante bazofia cuando de repente en la recta final se nos presenta una pequeña historia que sí parece tener algo de alma: Julian, uno de los amigos de Clay, es un adicto a las drogas que ha adquirido deudas muy importantes con los traficantes. Para saldarlas, se ha visto forzado a introducirse en el mundo de la prostitución masculina como chapero de lujo. En mi opinión, sólo en esos pocos párrafos podemos asistir a un atisbo de sentimiento, de dolor, de emociones reales. En fin, a pesar de la gran decepción que me ha supuesto esta aventurilla de pijos de L.A., la novela es super fácil de leer y se puede dar cuenta de ella en un par de sentadas.

Hay un par de reseñas que a pesar de no coincidir en absoluto con mi opinión, me han parecido bastante buenas: las tenéis en Sombras de Neón y en Libros y Literatura.

4 comentarios:

el convincente gon dijo...

Yo vi "American Psycho" en el cine y no recuerdo que me gustase demasiado pero mira, me has dado una idea, volveré a verla.

Las novelas de Easton Ellis en principio no me atraen mucho, y menos después de leer tu reseña. Por cierto, se agradece que las reseñas incluyan algún fragmento para ilustrar el estilo del autor.

Cities: Moving dijo...

@el convincente gon: La verdad es que la improvisación de fragmento que incluyo es consecuencia de la frustración que me ha provocado leer un libro que usa casi exclusivamente el presente de indicativo. Ha sido como aguantar a un niño pequeño contarte qué tal ha sido su día en el colegio:
"en el recreo Alberto me quita la regla porque Carmen le dice que es suya y yo le tiro el bocadillo y la seño me dice que no se pega a los compañeros etc".

Bastante insoportable.

Aida (meriendolibros) dijo...

Hola, Cities:
Durante una época de mi vida a mí también me interesaron mucho las ficciones sobre vidas al límite y drogas a raudales. Tenía muchas ganas de leer "Menos que cero", de la que pensaba que era una novela generacional destacabable; como a ti, me decepcionó. Monótona, desapasionada, a ratos aburrida. Me costó terminármela. De este estilo, aunque menos conocidas, me gustaron más "Ciego de nieve" de Robert Sabbag, y "Twelfe" de Nick Mcdonell.

Cities: Moving dijo...

@Aida (meriendolibros): Gracias por los apuntes tomo buena nota. Si buceas por el blog verás que de cuando en cuando cae alguna de estas novelas de gente a la limite que se pone hasta las trancas, la última seguramente la de St.Aubyn. Lo cierto es que tampoco hay mucho donde rascar, a no ser que se trate de un escritor excepcionalmente bueno lo más probable es que la trama termine repitiendo variaciones de mono-delinquir-pillar-consumir-colocón/subidón/me voy a comer el mundo-follar-resacón y vuelta a empezar

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